Cuando Stanley Kubrick imaginó una sociedad secreta que celebraba fiestas sexuales en suntuosas mansiones, como eje central del guión de su película Eyes Wide Shut (1999), no estaba fantaseando tanto como pudiera parecer. Las orgías son tan viejas como la humanidad y su mayor o menor transparencia ha ido adaptándose a la permisividad de los tiempos. Lo que sí hizo Kubrick fue proporcionar un nombre y una estética a las celebraciones que organizan ya muchos clubs de swingers, partidarios de compartirlo todo, hasta la pareja y el sexo. La empresa suiza Castelevents diseña este tipo de fiestas para gente pudiente, que se desmelena en castillos de diversas partes de Europa. Damas y caballeros elegantes, decorados barrocos, camas redondas, bandas de música que tocan en directo, deliciosos manjares, ambiente exclusivo… Son algunas de las promesas que esta compañía, que se creó en el 2012 para reemplazar a una que había nacido en el 2009, garantiza en sus eventos. A cambio, uno solo tiene que tener dinero de sobra para poder entrar, además de un vestuario a la altura de la ocasión. Para ellos, smoking o traje de chaqueta; mientras el dress code para las mujeres exige vestido largo o de cóctel, tacones altos y lencería fina –en algunas citas se recomienda el uso de ligueros- . Ambos sexos deben llevar máscaras venecianas para cubrir sus rostros, algo en lo que la empresa hace especial hincapié y que supervisa en todo momento. La discreción es un elemento esencial ya que muchos de los invitados que acuden a estos actos son gente influyente.