La población y varios líderes locales han aprovechado la ceremonia para expresar su rechazo a la instalación de una nueva base estadounidense en Okinawa y a la revisión de la Constitución por parte del primer ministro para militarizar el país.
“70 años después del fin de la guerra, sentimos que sus heridas aún están abiertas. Su recuerdo está aún presente en nuestro suelo y en edificios públicos. Seguimos hallando bombas estadounidenses sin explotar, las cicatrices de la guerra en Okinawa siguen abiertas”, dijo durante la ceremonia la representante de las familias de las víctimas, Teruya Naeko.
Shinzo Abe ha tenido que pronunciar su discurso entre gritos de un grupo de pacifistas. El primer ministro nipón ha prometido reducir la carga que soportan los habitantes del archipiélago que alberga el 73% de las instalaciones militares de Estados Unidos en el país, pero no piensa ceder en una de sus promesas de campaña: la transferencia de la base estadounidense de Futenma a Okinawa.