Baltimore (EEUU), 13 jun (EFEUSA).- (Imagen: Greg Miller) La primera amante que tuvo Fidel Castro cuando llegó al poder en Cuba solo se arrepiente de una cosa: no haberse quedado en la isla después de renunciar a convertirse, de la mano de la CIA, en la asesina del comandante.
Un primer plano de Fidel Castro, una fotografía de cuerpo entero con el uniforme arrugado, y otra en la que él la mira profundamente a los ojos en un barco: son los tesoros de Marita Lorenz, expuestos con mimo en las paredes de su salón, dedicado a un hombre al que estuvo a punto de aniquilar con dos pastillas.
"Todavía le amo, y amo el recuerdo que tengo de él. Cada día hay pequeñas cosas que me recuerdan a él", afirma Lorenz en una entrevista con Efe en su modesta casa de Baltimore.
En los 75 años de Lorenz cabe más que en muchas vidas: pasó por un campo de concentración nazi en su Alemania natal, fue agente de la CIA y del FBI, novia de un exdictador venezolano, testigo de una presunta conspiración para asesinar a John F. Kennedy y del caso Watergate que hundió a Richard Nixon.
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