El Greco (1541-1614), uno de los exponentes de la pintura española, reflejó a la perfección el fervor de una época marcada por los principios de la Contrarreforma, que utilizará el arte como un vehículo para transmitir sus enseñanzas. En esta tesitura llegó El Greco a Toledo después de fracasar en su intento de ser pintor de cámara de Felipe II. El uso de la luz -de influencia veneciana-, la abundancia de símbolos y, sobre todo, la espiritualización de sus estilizadas figuras caracterizan la pintura de este figura del manierismo.
