Panamá es el país de Latinoamérica que tiene el mayor consumo de agua per cápita, el cual va desde los 650 litros de agua al día por persona hasta los mil litros.
Cifras que aumentan si las concentramos en la Ciudad de Panamá. Lo cual es un consumo excesivo si lo comparamos con el promedio internacional que es de unos 145 litros per cápita por día, y aun peor si lo comparamos con el consumo diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud que es de unos 50 litros.
Sin embargo la desigualdad en el consumo de agua también la encontramos dentro de la Ciudad Capital, donde se estima que, de un total de 2 millones de habitantes, un cuarto de millón de habitantes no tiene acceso directo al vital líquido. A estas personas el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales, IDAAN, les reparte agua una vez por semana a través de carros cisternas.
La situación resulta una ironía cuando Panamá cuenta con 52 cuencas hidrográficas, que bien cuidadas y administradas podrían abastecer a todo el país de manera efectiva y sostenible. No obstante, la mala administración del sistema de producción y distribución de agua potable, la contaminación de las cuencas, y el crecimiento desordenado está dejando sin esperanza futura de agua a los panameños.
Algunos estudiosos advierten que de no detener el desperdicio excesivo de agua, tomar decisiones drásticas en la administración y cuidado de las fuentes de agua, y planificar el crecimiento urbano, se necesitará 233 % más líquido para antes del 2020. Pero ya en el 2015, se han encendido las alarmas ante una gran cantidad de población urbana que se queja y protesta por la falta de agua. Para los panameños, parece necesario presionar al gobierno para que tome las medidas necesarias antes que sea demasiado tarde.