La caída de Ramadi es un duro revés para las fuerzas iraquíes, al ser la capital de la provincia suní de Al Anbar y una ciudad clave para asegurar Bagdad.
Estados Unidos y otros miembros de la coalición internacional
contra los islamistas siguen bombardeando desde aire posiciones yihadistas.
Una vecina de Ramadi que huía en grupo explicó: ‘‘Nos han echado de nuestras casas. Somos gente de paz. Nos han obligado a irnos de nuestra ciudad”.
Las fuerzas iraquíes recuperaron ayer el control total de la refinería de Biyi, la mayor del país. El autodenominado Estado Islámico consiguió controlar parte del complejo desde el martes. Los islamistas siguen atrincherados en los barrios occidentales de la ciudad de Biyi a unos doscientos kilómetros al norte de Bagdad.