Como hiciera Jesús con los apóstoles en la Última Cena, el papa Francisco conmemora el Jueves Santo lavando los pies a doce reclusos en Roma. Seis mujeres y seis hombres de la cárcel de Rebibbia. Antes, el pontífice celebró una misa en la que recordó a los sacerdotes que no pueden ser “pastores quejosos ni aburridos”.