Yemen se aleja de una solución pacífica de su conflicto y se hunde en la guerra civil. Y más cuando el ministro de Exteriores del Gobierno contestado por las guerrillas hutíes, de confesión chií, ha pedido ayuda militar a las fuerzas del Consejo de Cooperación del Golfo. Arabia Saudí ha amenazado a los hutíes con tomar medidas.
La capital del país, Saná, está tomada por los rebeldes y el Gobierno, que ya apenas ejerce poder sobre el territorio, está atrincherado en el sur. Refugiado en Adén, el presidente y su Ejecutivo apenas cuentan con apoyo en el pueblo y en las fuerzas armadas. La cercana Taiz también está a punto de caer. El norte está en total control de las milicias.
La situación de caos la está aprovechando también el grupo Estado Islámico, que reivindicó la autoría del atentado contra la mezquita chií del viernes en Saná en la que murieron alrededor de 142 personas, entre ellas militantes hutíes.