Hace un año y medio se abrió la espita de la vergüenza para la petrolera estatal brasileña Petrobras.
La llamada Operación Lava Jato destapó una trama corrupta de sobornos millonarios por parte de empresarios a dirigentes de la entidad. El caso ha sido una auténtica fuente de descrédito no sólo para Petrobras, sino también para Brasil, la gran locomotora emergente de Latinoamérica.
Este escándalo se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para Dilma Rousseff. La presidenta del país sudamericano ha decidido cortar por lo sano y hacer una ´limpieza´ a fondo en la compañía: Petrobras está siendo renovada por entero después de que Rousseff finalmente se decidiera a destituir a la cúpula de la empresa pública, empezando por su presidenta, Graça Foster.
Rousseff tomó esta decisión cuando el Consejo de Administración de Petrobras anunció que la empresa perdió 32.000 millones de dólares en activos a causa de los desvíos y la gestión ineficiente.
La trama corrupta ha salpicado a numerosas personalidades de la política y los negocios, llegando a salir a la palestra nombres tan ilustres como el del expresidente de Brasil, Fernando Collor de Mello.
