La población civil es la principal afectada de este conflicto armado que ya se ha cobrado más de 200.000 vidas.
A pesar de que no se vislumbra el final de esta crisis, estos hermanos de la castigada ciudad de Alepo siguen teniendo sueños propios de los niños. “Le pido a Dios ser el mejor de mi clase en el segundo curso para que mi padre, que está en el paraíso, se sienta feliz por mí y por mis hermanos, que ya están en el primer curso, el tercero y el cuarto”, señala Mohammed.
Lo que comenzó como unas protestas antigubernamentales al calor de la llamada primavera árabe ha mutado en un complejo conflicto con tintes regionales.
Huyendo de los combates y la violencia, más de siete millones y medio de sirios se han convertido en desplazados en su propio país. “Queremos volver a casa y que paren de hacer lo que están haciendo- señala esta mujer desde el campamento de Jaramana, en el sureste de Damasco- He perdido la esperanza y he vivido en condiciones muy difíciles con mis hijos,