Hace unos días se reveló que tres adolescentes británicas decidieron dejar sus casas en Londres para viajar a Siria y unirse a los terroristas. En este momento, sus madres y familiares siguen llorando.
Tal parece que eso es lo que quiere EEUU y Turquía: estos dos países acaban de firmar un acuerdo para armar a todo el que quiera derrocar al Presidente de Siria, Bashar al-Asad. Dicen que lo hacen por el bien de ese país y que el entrenamiento sólo será a personas moderadas, a los rebeldes u opositores que ellos dicen, moderados.
Pero se les ha olvidado algo, o más bien, no se les ha olvidado, y no lo han dicho en el acuerdo. Cuando ellos mismos, Occidente, aliados, Europa, y todo el que le cuelgue cola, apoyaron y armaron a los rebeldes en Siria, ¿qué pasó? Pues que muchos de esos insurgentes entrenados, acabaron con todo y armas en las filas de Daesh, sirviendo por voluntad y hasta con gusto a los terroristas más despiadados.
¿EEUU y Turquía desde el subtexto con este acuerdo, no en realidad están haciendo un llamado al mundo rebelde y desorientado de los chicos jóvenes que sin rumbo ni dirección le apuestan a pelear por lo que sea para encontrarle un sentido a sus vidas? Pregunta muy válida al ver el caso de estas tres adolescentes británicas, Kadiza, Shamima y Amira, o aún peor, el de John, un veinteañero británico que se licenció en Informática en la Universidad de Westminster, en Inglaterra, y que hoy es el feliz verdugo que corta cabezas bajo las órdenes de DAESH.
Tesis difícil de probar pero que en el campo de batalla es un hecho y una realidad, porque bien sabido es que, hacer o dejar de hacer, acto u omisión, es finalmente un delito y si eso, malintencionada o "buen intencionadamente" produce la sangre que vemos hoy, el mal estará hecho de todos modos.
Detrás de la Razón, hoy con el acuerdo turco donde entrenarán a 15 mil locos dispuestos a matar.