La vergüenza (también llamada pena en algunos países centroamericanos y México, andinos y caribeños1 ) es una sensación humana, de conocimiento consciente de deshonor, desgracia, o condenación. El terapeuta John Bradshaw llama a la vergüenza "la emoción que nos hace saber que somos finitos".2
Su sinónimo ignominia (del latín ignominĭa, cuya etimología remite a la "pérdida del nombre" —de in-nomen, "sin nombre"—) da a entender el efecto de una acción deshonrosa o injusta, términos de los que es sinónimo. La XXI edición del diccionario de la RAE la define como una afrenta pública, en el sentido en que constituye una ofensa personal que queda a la vista de una comunidad que la condena unánimemente. Por ello, la acción ignominiosa está relacionada con la desvergüenza y el deshonor de un individuo a quien las consideraciones morales le son indiferentes y que es consecuentemente objeto del descrédito general. Se suele emplear este término para denunciar una situación de injusticia, generalmente cuando se trata de la obra de un solo individuo que reúne cierta autoridad sobre una comunidad.3