El caso de corrupción de Petrobras en Brasil está pasando factura al Gobierno de Dilma Rousseff. La mandataria se enfrenta en estos momentos a uno de sus más duros trances políticos desde que asumiera su cargo en enero de 2011 y después de ser reelegida en octubre de 2014.
Según las investigaciones, la red de corrupción que involucra a unas 40 personas, movió entre los años 2006 y 2014 unos 3.850 millones de dólares en sobrefacturación de obras y contratos. La investigación sigue arrojando sorpresas y destapando antecedentes de una amplísima red de corrupción.
Este hecho ha significado para Dilma, una caída importante de popularidad. Solo entre enero y febrero del presente año sus calificaciones han descendido 19 puntos. Según un sondeo del instituto Datafolha, sólo el 23% de los encuestados aprueban la labor de la mandataria, mientras que un 44% califican su desempeño de malo o pésimo. En diciembre los resultados eran de 42% favorable y un 24% en contra.
