Los enanos nórdicos o dvergar (en nórdico antiguo dvergar, singular dvergr) son seres de la mitología nórdica, asociados con las piedras, lo subterráneo, la muerte, la suerte, la magia y la tecnología, especialmente la forja. Son identificados con los svartálfar (‘elfos negros’), y døkkálfar (‘elfos oscuros’), debido a que estos términos eran aparentemente intercambiables en los textos más tempranos como las Eddas. Aunque etimológicamente Dvergar hace referencia a "enanos", el concepto nórdico de Dvergar a menudo se diferencia del concepto de "enanos" en otras culturas. Por ejemplo, los enanos nórdicos son originalmente de tamaño humano. No son descritos como los pequeños hasta el siglo XIII, cuando comenzaron a aparecen en las sagas legendarias, a menudo como un elemento humorístico. El significado que tiene la palabra "enano" en las lenguas romances es el de la latina "nanus", adjetivo que significa "pequeño en su especie". Este significado coincide con el de la palabra del inglés actual "dwarf", pero ésta tiene el mismo origen indoeuropeo que la castellana "tuerto", que significa en principio "torcido" o "deforme"; si la anomalía está en el ojo de la persona o del animal ("ojituerto"), lo que indica en principio la palabra o el componente "tuerto" no es que falte el ojo, sino que éste está mal formado o lisiado (si falta, la palabra correcta es en principio "ojimanco"). La verdad es que estas criaturas de la tradición escandinava eran concebidas como capaces de cambiar la forma y el tamaño de su cuerpo a voluntad, de ahí el nombre, que algunos han propuesto traducir como "tuergos", en lugar de "tuertos" o "enanos".