16 años de cárcel por 32 muertes. Las portadas de la prensa italiana destacan la sentencia dictada el miércoles contra Francesco Schettino, el capitán del crucero Costa Concordia que naufragó en 2012 frente a la isla toscana de Giglio.
Una decisión que divide a sus compatriotas. Para algunos, justa, para otros se queda corta, dado que además no entrará en prisión hasta que se complete el proceso de apelación, que podría durar años. Puede, por tanto, que nunca llegue a pisar una celda.
El tribunal sentenció a Schettino a diez años por homicidio múltiple, a cinco por naufragio culposo y a uno por abandono de la nave.
En la noche del trece de enero de 2012, el barco se acercó demasiado a la costa, chocó contra una roca y comenzó a hundirse. La evacuación de los más de 4 200 pasajeros fue caótica. El capitán abandonó la gigantesca nave dejando en ella a cientos de personas.