El arsenal estadounidense no solo contiene armas bélicas. El sistema de sanciones a corte y gusto de la Casa Blanca es la receta de cabecera para todo aquel que no comulga o que actúa sin la venia de la Oficina Oval.
Desde Irán, Rusia, Venezuela, Siria, Corea del Norte, Cuba, entre otros, el 'imperio de las sanciones' decide por todos y por nadie; aquí es donde se cuestiona la autoridad moral y ética de un solo país para ser ejecutor, fiscalizador y autor de medidas que generan inestabilidad en las naciones afectadas.
Y es que toda vez que se denuncia la intromisión estadounidense en asuntos de terceros, el precio a pagar es sumamente alto: embargos, condiciones, bloqueos, etiquetas.
Un dato interesante: la misma noche en la que se anunciaba el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, EE.UU. realizaba una exhaustiva revisión de un paquete de medidas contra Venezuela, por supuestas violaciones a los derechos humanos.
La misma historia con Irán, país al que por décadas se le obstaculiza de participar en condiciones de igualdad comercial y económica. El argumento existe irremediablemente, y quienes pagan son los pueblos y ciudadanos.
Es más, entremos en una hipótesis ¿quién puede imponerle sanciones a EE.UU.?, es más ¿qué pasaría si el mundo tuviera que castigar a Washington por su política exterior de corte imperial y colonialismo económico?, ¿qué tipo de sanciones habría que considerar en contra de Washington? Preguntas que intentamos responder en 'Detrás de la Razón'.