Miles de chiíes cumplen con una de las tradiciones de su calendario religioso en esta localidad situada a poco más de 100 kilómetros de la capital, Bagdad.
Muchos son iraníes quienes han llegado orgullosos con sus vestidos negros y sus banderas, rojas y verdes como Jamal Ghaffar: “Antes de empezar con la conmemoración del Arbain, los del grupo Estado Islámico iban diciendo que los iraníes no seríamos capaces de volver otra vez. Sin embargo, aquí estamos nosotros los iraníes, superando la asistencia de años anteriores. Tanto que la embajada iraquí en Irán no fue capaz de expedir todos los visados solicitados para tanta gente. El número de peregrinos en algunos pasos fronterizos es cien veces mayor que otros años”, explicaba Jamal.
Pese a las extraordinarias medidas de seguridad, al menos uno de los fieles ha muerto en estas últimas horas, alcanzado por fuego de mortero.
Los yihadistas suníes del Estado Islámico consideran a los chiíes como herejes.
El Gobierno iraquí calcula que 17,5 millones de personas participan este año en la conmemoración del Arbain.
