Presentado en el Congreso Mundial de Telefonía Móvil de Barcelona, va camino de las tiendas.
Dos pantallas, una delante táctil tradicional y otra detrás, de tinta electrónica. Fabricación rusa pero a precio estadounidense, unos 700 euros. Sus promotores defienden su singularidad.
“No se puede comparar nuestro teléfono con ningún otro. La pantalla de la parte trasera del dispositivo siempre está activa, consume mucha menos energía, y ofrece unas posibilidades enormes con hasta cinco días de operatividad (para algunas funciones). Uno puede hacer muchas cosas que nadie puede ofrecer a los consumidores”, explicó el presidente de Yota Devices, Vlad Martynov.
A juicio de algunos expertos que asistieron en Londres a su presentación en sociedad, el precio puede lastrar la posible demanda, en un mercado tremendamente competitivo.
Si a la lucha tradicional entre Apple y Samsung se habían sumado los fabricantes chinos, ahora llega la oferta rusa.