Abucheos, tarjetas rojas y huevos. Así han mostrado miles de checos su descontento con su presidente, Milos Zeman, durante las conmemoraciones del 25 aniversario de la Revolución de Terciopelo.
Sus palabras, el fin de semana, calificando la protesta estudiantil de hace un cuarto de siglo como “una de tantas por aquellos años“no han hecho más que arreciar las críticas y peticiones de dimisión.
Uno de los huevos dirigidos a Zeman ha aterrizado sobre uno de sus invitados, el presidente alemán, Joachim Gauck, en el campus universitario de Albertov, en Praga, donde comenzaron las protestas estudiantiles que llevaron al fin del comunismo.
Los que piden la dimisión del presidente checo le acusan de acercarse a Rusia y de traicionar el legado comprometido con los derechos humanos de Vaclav Havel, el primer presidente elegido democráticamente tras medio siglo de comunismo.
Pero también ha habido espacio para las celebraciones. En la Avenida Nacional de Praga, escenario de la marcha estudiantil reprimida por la policía en 1989, los checos han podido expresar libremente sus ideas.