Copenhague, la capital de Dinamarca, ha decidido llevar a cabo un proyecto piloto para determinar la eficacia de las llamadas “lámparas inteligentes”, lámparas de bajo consumo que ayudan a reducir las emisiones de dióxido de carbono.
El experimento se está realizando en un barrio de las afueras de la ciudad. Su responsable es el Danish Outdoor Lighting Lab.
Estas lámparas aumentan su intensidad cuando un peatón, un ciclista o un coche se acercan y la reducen cuando no hay nadie alrededor.
“En la sala de control cada lámpara tiene una dirección IP, gracias a ello se puede gestionar el tiempo que está encendida, su eficacia, su consumo, etc… Después realizamos medidas en tiempo real en la calle”, explica Jakob Andersen, uno de los responsables del proyecto.
Algunas lámparas utilizan luz solar y energía eólica. Los sensores que controlan la densidad de tráfico, la calidad del aire, el ruido, las condiciones atmosféricas y la radiación ultravioleta también deben ser testados.
Los técnicos que trabajan en el proyecto han instalado diferentes alternativas y solo al final decidirán qué lámpara es la más eficaz.
“Hemos instalado lámparas en una zona de nueve kilómetros. Tenemos 280 mástiles colocados, tenemos 50 soluciones diferentes y trabajamos también con 10 sistemas de gestión diferentes. En esta zona hemos instalado además muchísimos sensores”, asegura Kim Brostrom, otro de los responsables del proyecto.
Gracias a este proyecto piloto, la ciudad podría llegar a reducir las emisiones de dióxido de carbono de su iluminación pública en un 85%.