El documento final aprobado el equivalente a unas Cortes generales de la Iglesia de Roma ha quedado bastante descafeinado, rebajadas las afirmaciones de apertura a homosexuales y divorciados, pero abre, según los analistas, la vía de debate dentro de la curia.
El pontífice, para apaciguar a los más conservadores afirmó que la indisolubilidad del matrimonio no está en entredicho. El papa ha querido que las conclusiones y los votos de cada legación nacional a cada párrafo del texto fueran públicos.
El analista Thomas J. Reese asegura que las dicusiones continuarán sobre todo en el asunto de aquellos que se divorciaron y se volvieron a casar, un tema no resuelto: “Una parte de los obispos opina una cosa y la otra lo contrario”, afirma.
Los obispos siguen muy divididos, por lo tanto, sobre algunos temas como el de poder dar la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y la apertura de la Iglesia al resto de fieles no heterosexuales.
