A menudo en conflicto con los Estados, que les consideran una amenaza a la integridad territorial, los kurdos son un objetivo privilegiado de los yihadistas, ya que representan un obstáculo a su proyecto de califato.
Ahora sufren un nuevo éxodo, esta vez de Siria, donde el autoproclamado Estado Islámico impone el terror.
Mustafa Harun. Sirio kurdo:
“¿Ve por lo que estamos pasando? nos atacan, decapitan a nuestros hijos y secuestran an nuestras mujeres. Destrozan nuestras casas. ¿Qué le voy a decir? están jugando sucio con los kurdos”.
Este grupo buscó refugio en Turquía, donde los kurdos representan aproximadamente el 20% de la población y tienen una larga tradición de lucha por el reconocimiento de sus derechos, particularmente por más autonomía política.
Tras un sangriento conflicto de 30 años en el que murieron 45 mil personas, Abdulá Ocalan, su líder histórico y dirigente del PKK condenado a cadena perpetua, inició un difícil proceso de paz con Ankara a finales de 2012.
En marzo de 2013, el PKK, considerado grupo terrorista por Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos, declaró una tregua. El 14 de mayo del año pasado, cerca de 2.000 combatientes kurdos se retiraron del sudeste de Turquía y pusieron rumbo al kurdistán iraquí, donde son cerca de cuatro mil.
La irrupción del grupo Estado Islámico ha dado un vuelco al mapa y complicado las perspectivas de paz. El kurdistán se extiende desde el sudeste de Turquía hasta el centro de Irán pasando por el norte de siria e Irak.
Un territorio donde vive este pueblo, unos 30 millones de personas, mayoritariamente suníes.
Aunque también hay kurdos cristianos y yazidíes, como estos sirios que atravesaron el río Tigris para refugiarse en el kurdistán iraquí el pasado agosto.
Huyen de los yihadistas, que les obligan a convertirse y a renunciar a su religión, basada en las enseñanzas del profeta y reformador iraní Zoroastro.
En Irak hay cerca de 4,6 millones de kurdos y gestionan un territorio autónomo rico en petróleo. Su Ejército, los peshmergas, han recuperado parte del territorio perdido frente a los yihadistas debilitados por los bombardeos de la coalición liderada por Estados Unidos.
