El alto al fuego que se firmó en Bielorrusia parece que sigue siendo de papel, porque en el este de Ucrania la sangre se sigue derramando, los proyectiles de morteros siguen cayendo y la hipocresía permeando, porque ante la evidencia de los cuerpos regados en las calles de Donetsk, ambas partes, Gobierno de Ucrania y los prorrusos, dicen "yo no fui".
Pero el "quién fue" es lo de menos, porque lo demás es lo que nunca se contempló. Ucrania significa la estabilidad de la influencia política para Europa que los 27 nunca vieron bien y que Rusia sí.
Porque lo demás es lo que viene, ¿Qué pasará con el gas ruso en este invierno que se acerca?, si la llave se cierra, ¿Con qué se calentarán y con qué funcionará Ucrania?
La estabilidad de ese país parece un sueño, al no verse claro, y una pesadilla al intentar llegar al sueño, porque cada alto al fuego significa más sangre, y cada apoyo de Occidente significa una respuesta de Rusia. Ni sanciones, ni artillería, ni diplomacia están funcionando en Ucrania.
¿Qué esperan que pase?, ¿Ucrania es un juego para las potencias para llegar a la coyuntura?, ¿Es el juego que ya se salió de las manos y ahora solo queda el "perdone usted" o la lucha por el orgullo nacionalista?
Ucrania, tan lejos de la justicia y en medio de Estados Unidos y Rusia, hoy en "Detrás de la Razón".