Madrid, 19 sep (efesalud.com). La doctora María Teresa Agulló, del Hospital 12 de Octubre, vídeobloguea sobre la investigación oncológica de vanguardia que desarrolla y perfecciona los fármacos antitumorales tradicionales para que consigan detener el cáncer "de manera eficaz, con rapidez y seguridad para los pacientes; sin efectos secundarios como los vómitos o la caída del pelo".
Las células normales, que viven, crecen y mueren de manera predecible y altamente regulada, dejan de dividirse cuando entran en contacto con otras células similares, un mecanismo conocido como inhibición por contacto.
El cáncer se produce cuando las células de un tejido orgánico crecen de manera descontrolada. Las células "pierden su capacidad de autorregularse y se multiplican sinfín hasta formar masas tumorales malignas", observa.
Los fármacos antineoplásicos tradicionales están dirigidos a provocar cambios en ese crecimiento incontrolado de células cancerosas.
La capacidad de la quimioterapia para destruir las células cancerosas depende de su capacidad para detener la división celular. Si las células cancerosas no pueden dividirse, mueren. Cuanto más rápido se dividan las células cancerosas, habrá más probabilidades de que la quimioterapia destruya las células y el tumor reduzca su tamaño.
Además, estos fármacos inducen al suicidio celular o apoptosis: muerte programada para autocontrolar su desarrollo y crecimiento.
"La quimioterapia tradicional ataca el genoma de estas células, pero, al no establecer diferencias entre células buenas y malas, ya que ambas tienen el mismo origen biológico, pueden resultar afectadas las células sanas", explica.
Por este motivo, Las células "normales" perjudicadas con mayor frecuencia son las células sanguíneas, las que se encuentran en la boca, en el estómago, en el intestino o en los folículos pilosos. Diferentes fármacos pueden afectar distintas partes del cuerpo.
"De ahí los efectos secundarios que sufren las personas tratadas con la quimioterapia tradicional: recuentos sanguíneos bajos, afecciones bucales, náuseas, vómitos, diarrea y pérdida del cabello", observa la investigadora.
todos estos tejidos corporales se dividen constantemente, para producir un suministro continuo de nuevas células. Y cuando las células se están dividiendo... actúa la quimioterapia; dispara antes de preguntar.
Este es uno de los propósitos científicos de la investigación del cáncer, "identificar pequeñas o grandes diferencias" que existen entre las células buenas y malas, para poder atacar las células neoplásicas de forma más eficaz, es decir, preguntar primero y disparar después.
"Quimioterapia de vanguardia para dar en la diana de forma más rápida y sin que los pacientes sufran sus efectos secundarios", afirma Teresa Agulló.
Los científicos investigan qué tipos de cáncer pueden tratarse mejor con terapias dirigidas, como los anticuerpos monoclonales -células híbridas obtenidas de una célula madre y una célula tumoral- o los fármacos antiangiogénicos -inhibidores de nuevos vasos sanguíneos recién formados en el tumor-.
Esta terapia dirigida es el resultado de aproximadamente 100 años de investigación y no reemplaza a la terapia tradicional. Las dos se combinan para obtener el éxito total, la curación del cáncer.
Y para investigar se necesitan células cancerosas que provengan de personas enfermas con los diferentes tipos de células cancerígenas.
"Los pacientes, generosamente, donan parte de su tejido tumoral, extraído en las intervenciones quirúrgicas, para que los investigadores trabajen en los laboratorios oncológicos", expone María Teresa Agulló, responsable del Laboratorio de Oncología Traslacional.
El Hospital 12 de Octubre cuenta con medio centenar de líneas celulares distintas correspondientes a diferentes tipos tumorales: mama, pulmón, melanoma, colon, páncreas, próstata, ovario y otros.
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