El referéndum escocés ha movilizado al nacionalismo galés, un movimiento minoritario que contempla con gran interés el referéndum del jueves. En la recta final de la campaña, los tres grandes partidos británicos han ofrecido más competencias para Escocia, con los laboristas abogando ya abiertamente por más transferencias para Escocia, Gales y la propia Inglaterra.
“Gales nunca conseguirá la independencia, ¿qué tenemos aquí?” – se queja un transeúnte en un mercado de Cardiff -. “No tenemos nada que ofrecer. Escocia tiene petróleo, pero aquí no tenemos nada”.
Gales tiene parlamento propio desde 1998. Desde entonces, la cámara y el gobierno galés ha estado dominado por los laboristas. Los nacionalistas son la tercera fuerza, por detrás de los conservadores.
Para Leanne Wood, líder de Plaid Cymru, el principal partido del nacionalismo galés, el referéndum en Escocia es una gran oportunidad: “Es una gran oportunidad para repartir el poder, para descentralizarlo de Londres y del sudeste y para que cuando surja el debate después de un voto a favor de la independencia en Escocia”.
El debate sobre una descentralización del poder está ya en marcha en el Reino Unido y es probable que ocupe el centro del debate político sea cual sea el resultado en Escocia. Gobernantes locales y regionales de los grandes partidos han apoyado públicamente la descentralización de poder a las regiones y a los consejos locales.