Más de 191.000 personas han muerto desde el comienzo del conflicto en Siria. Esa es la impresionante cifra dada por el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Entre los fallecidos hay al menos 8.800 menores.
Eso, sin contar con que, casi tres años y medio después del unció del conflicto, Siria se ha convertido en el país con el mayor número de desplazados, con más de 9.000.000. De ellos, 2.500.000 están registrados como refugiados en los países vecinos, mientras que los 6.500.000 restantes siguen en su país.
La ONU acusa a la comunidad internacional, que no logra movilizarse sobre la posición que debe adoptar a pesar de la catástrofe humanitaria que está teniendo lugar ante sus ojos.
“Los asesinos, destructores y torturadores en Siria se han fortalecido y envalentonado por la parálisis internacional. Hay alegaciones serias de que se han cometido crímenes de guerra y contra la humanidad una y otra vez con total impunidad”, declaraba Rupert Colville, portavoz para temas de Derechos Humanos de la ONU.
Lo que comenzó como una revuelta popular en 2011 alentada dentro de la “primavera árabe” se ha convertido en una guerra civil.
En verano de 2013, cuando tuvieron lugar los ataques químicos contra la población civil, occidente amenazó con lanzar una ofensiva militar internacional para castigar al régimen de Damasco. Sin embargo, las palabras no dieron lugar a los actos. Esta escalada internacional terminó el pasado septiembre con un acuerdo sobre el desmantelamiento del arsenal químico sirio.
La operación terminó poco después, pero la comunidad internacional duda de que Bachar al Asad haya entregado todas las armas.
Paralelamente, los diplomáticos han intentando encontrar una solución política, pero el diálogo entre opositores y los representantes de Damasco no parece posible.
Ni siquiera la intervención militar en Siria es fácil. Occidente necesita el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, que los vetos chino y ruso siempre han negado.
“Están resultando prioritarias consideraciones geopolíticas a corto plazo e interesas nacionales, por delante de este sufrimiento intolerable y estas las violaciones y amenazas a largo plazo de la paz y seguridad internacional”, decía Navy Pillay, responsable saliente para temas de Derechos Humanos de la ONU.
El pasado 13 de mayo, Lakhdar Braihmi, el diplomático argelino encargado desde hace dos años de ser el mediador internacional en el conflicto Sirio, dimitió tras haber intentado, en vano, hacer avanzar el proceso de paz entre el régimen y la oposición.
La decisión de Brahimi es sinónimo del fracaso diplomático. La solución a la guerra en Siria aún parece lejana.