El gran éxodo de los yazidíes. Nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas de esta minoría iraquí quedan aún en las montaña de Sinyar huyendo, en condiciones terribles, del Estado Islámico. Tras varios días caminando por los montes sin apenas agua ni comida, bajo un sol abrasador, parece que la colaboración entre las milicias kurdas de Irak, Siria y el PKK ha posibilitado la creación de un corredor seguro para estos miles de refugiados.
Uno de los helicópteros empleados para lanzar ayuda desde el aire a la multitud errante se estrelló ayer y entre los heridos se cuenta la diputada iraquí, Vian Dajil, que hace unos días denunció ante el Parlamento en Bagdad el drama de su pueblo.
Algunos de los refugiados han huído a Siria ayudados por guerrilleros del PKK- según testimonios de algunos de los huídos- y las autodefensas kurdo-sirias. Unos pocos han cruzado la frontera turca y otros han llegado a Erbil, la capital del Kurdistán autónomo.
Allí convengen muchos de los refugiados desplazados por el avance de los islamistas. También miles de cristianos caldeos y asirios han tenido que huir bajo amenaza de muerte.