Tras sucesivos ataques contra los yihadistas, Washington ha lanzado desde el aire agua y comida para cientos de iraquíes yazadíes escondidos en las montañas. Buscan refugio de la violencia sectaria.
El gobierno iraquí ha provisto de munición a los peshmergas kurdos para luchar contra el avance islamista en un acto sin precedentse de cooperación entre Bagdad y el kurdistán iraquí.
Los radicales amenazaban con tomar la capital kurda, Irbil, centro neurálgico de las empresas petroleras estadounidenses. Ya domina otras ciudades importantes como Mosul, Tikrit o Faluja.
El ministro de Asuntos Exteriores, Hoshiar Mahmoud, explica las características de una guerra difícil de combatir. “No se trata de una guerra clásica. No es una guerra frontal con un ejército regular. Atacan en pequeños grupos que tienen gran movilidad y mucha rapidez. No se apropian del territorio”, explica Hoshiar Mahmoud.
El grupo islámico, liderado por autoproclamdo califa Abu Bakra Al-Baghdad y conocido hasta ahora como Estado Islámico de Irak y del Levante, pretende crear un gran califato islámico en la región.
Además de en Irak, también tiene presencia en Líbano, Siria y Jordania. Su avance podría crear aún más inestabilidad en una región sembrada de conflictos y tensiones geopolíticas.