114,500 toneladas de chatarra abandonan finalmente la costa de Giglio el 23 de julio. Durante dos años y medio, el Costa Concordia formó parte del paisaje de la isla en cuyas cercanías naufragó el 13 de enero de 2012 con más de 4.200 personas a bordo. Para los superviviente venidos a la isla, es un momento de alivio, pero también de recuerdos.
“Esperamos que también encuentren a Russel, porque el barco sigue siendo un ataúd. 32 personas perdieron su vida y Russel sigue desaparecido”, explica Anne Decre, presidenta de los Supervivientes Franceses.
Russel Rebello, un camarero indio, estaba de servicio la noche del 13 de enero de 2012, cuando el crucero se aproximó a Giglio para saludar a sus habitantes y chocó contra una roca.
La grieta en el casco, de más de 35 metros, resultó fatal. La evacuación de la embarcación se realizó muy tarde y de forma caótica. Hay personas que incluso decidieron saltar al mar.
En los botes salvavidas, el pánico se extiende. Entre los pasajeros se encontraba esta pareja alemana. Helmut Buttkus recuerda ese momento crítico: “Cuando subimos a los botes salvavidas, descendimos a lo largo de lateral del Costa Concordia, que ya estaba inclinado. Bajamos hasta que las cuerdas llegaron a su límite, a dos o tres metros de la superficie. No eran lo suficientemente largas, así que tuvieron que soltarlas y caímos de golpe. Yo estaba viendo como el barco se iba inclinando rápidamente, y pensaba que si la embarcación volcaba, no sobreviviríamos”.
En estado de ‘shock’, los supervivientes llegaron al día siguiente a Porto Stefano. 70 nacionalidades diferentes estaban presentes en este crucero de lujo a precios populares, al tener lugar en invierno.
El español Pablo Lázaro, su mujer y uno de sus hijos subieron de forma instintiva a la cubierta de la embarcación, lo que les salvó la vida.
“Si el crucero, en lugar de pararse aquí, hubiese terminado 20 metros más lejos, estaríamos hablando de 4.000 muertos, porque nadie habría sobrevivido”, declara Pablo sobre el lugar del naufragio.
En eso se basa precisamente la defensa del excapitán Francesco Schettino, que asegura haber evitado una catástrofe mayor al acercar el crucero a la costa tras el accidente.
Despojado de su licencia, Schettino es el único miembro de la tripulación que está siendo juzgado actualmente por homicidio por imprudencia, naufragio y abandono de la embarcación. Los otros miembros de la tripulación implicados se declararon culpables.