Joseph Wood, de 55 años, recibió la inyección letal este jueves en Arizona. Sin embargo los efectos de las drogas, que deberían haber durado diez minutos, se prolongaron más de lo habitual.
Sus abogados intentaron detener la ejecución debido a la agonía de más de una hora de su cliente, pero Wood murió antes de obtener respuesta del tribunal.
“Era desesperante, porque se prolongó mucho más de lo esperado. Había muchas miradas entre la gente, los abogados y los medios fuimos testigos”, cuenta una periodista que lo presenció. “En general había un clima de tensión, todos nos preguntábamos por qué estaba tardando tanto”.
Joseph Wood estaba condenado a muerte por doble asesinato. En 1989 mató a tiros a su novia y al padre de ésta en la ciudad de Tucson. Los familiares de las víctimas no estaban muy preocupados por lo ocurrido.
“Estáis llevando esto de las drogas demasiado lejos. Este hombre cometió un crimen atroz y vosotros decís: “oh, vamos a preocuparnos por las drogas y sus efectos”. ¿Por qué no le dispararon?”.
El suceso llega tres meses después de la polémica ejecución de Clayton Lockett, en Oklahoma. Son dos casos que han generado una gran polémica nacional y prometen reabrir el debate sobre la pena de muerte en Estados Unidos.