El vuelo MH 17, que cubría la ruta Ámsterdam – Kuala Lumpur, perdió contacto con los radares el jueves 17 de julio a las 16.15 hora central europea. A bordo, 288 pasajeros, la mayoría holandeses, y quince tripulantes.
Solo caben dos posibilidades. O se había desviado de la ruta, o había sido derribado deliberadamente.
Sobrevolaba el este de Ucrania. Una zona en guerra cuyos protagonistas, ejército ucraniano y separatistas prorrusos, inmediatamente se acusaron entre sí del ataque.
A continuación Kiev difundía lo que los Servicios de Seguridad ucranianos aseguraron eran conversaciones interceptadas entre miembros de la inteligencia rusa y rebeldes. En ellas reconocen haber disparado al aparato, y darse cuenta del error: ¡aquello era un avión civil!
Horas después, el presidente estadounidense Barak Obama culpaba a los insurgentes prorrusos.
“Las pruebas indican que el avión fue derribado por un misil tierra-aire lanzado desde una zona controlada por los separatistas apoyados por Rusia dentro de Ucrania. Además, sabemos que estos separatistas han recibido apoyo constante de Rusia”.
En ese momento, todas las sospechas apuntan a un sistema de misiles, llamado Buk, que detecta la proximidad del objetivo y estalla antes del impacto, disparándole metralla.
Al día siguiente, el ministerio de defensa ucraniano cuelga unas imágenes en You Tube. Dice que pertenecen precisamente al traslado de un mecanismo de este tipo al que le falta uno de sus proyectiles hacia la frontera rusa.
El lunes 21, el presidente ruso Vladimir Putin niega las acusaciones y pide a todas las partes facilitar la investigación.
“Nadie tiene derecho a usar esta tragedia para conseguir sus propios y egoístas objetivos. Estos hechos no deberían dividir, sino unir a las personas”.
Ese mismo día, los responsables de Defensa rusos aseguraron que sus sistemas de control aéreo detectaron un avión del ejército ucraniano dirigirse hacia el Boeing malasio.
Sobre el terreno, los separatistas han dificultado notablemente el trabajo a los observadores de la OSCE. Muchos restos humanos y de fuselaje han sido manipulados por milicianos y lugareños.
Este analista señala que hasta que no se disponga todos los datos de estadounidenses, rusos, los propios de la investigación y de las cajas negras del avión, no se podrá conocer lo ocurrido.
Cajas negras que están en el Reino Unido, a petición de las autoridades holandesas.
Los expertos británicos deben descargar los datos grabados en ellas, tarea que les llevará al menos 24 horas.
Se espera que a partir de entonces, se comience a descubrir definitivamente la verdad.