Los restos humanos y de fuselaje del vuelo MH77 de Malaysian Airlines se esparcen en un radio de varios kilómetros.
Según los servicios de inteligencia estadounidenses, el avión, que cubría el trayecto Ámsterdam-Kuala Lumpur, fue abatido por un misil tierra-aire, pero no pueden aún determinar su origen.
El Boeing 777, con 298 ocupantes a bordo, de al menos nueve nacionalidades, se precipitó contra el suelo desde una altitud de diez mil metros. Cayó a las afueras de Grábove, en Donetsk, región del este de Ucrania controlada por los insurgentes prorrusos.
Eran las cuatro y veinte de la tarde hora local.
Inmediatamente, las autoridades ucranianas y los separatistas prurrusos se han culpado mutuamente de la tragedia.
Kiev señalaba que el proyectil era un misil Buk, “dado a los terroristas por Putin”, decían, que puede alcanzar una altitud de 25 kilómetros.
Los rebeldes mantenían que el ataque fue realizado por un caza ucraniano, y negaban tener armamento antiaéreo tan potente.
Han anunciado que los cuerpos de las víctimas serán transportados a Donetsk y que enviarán las cajas negras del avión a Moscú cuando sean encontradas.
Por su parte, el presidente ruso Vladimir Putin responsabilizaba a Ucrania de la tragedia, por haber reanudado las operaciones militares en la región.
Su homólogo estadounidense Barak Obama ha anunciado que su país hará todo lo posible por colaborar en la investigación.
Los separatistas se han mostrado dispuestos a respetar un alto el fuego de dos o tres días para permitir los trabajos de los expertos internacionales.
Ucrania ha cerrado todas las rutas aéreas que atraviesan el este del país. Malaysian Airlines mantiene que la tomada por el aparato había sido declarada segura por la Organización Internacional de Aviación Civil.