El descarrilamiento, el peor registrado en la capital rusa, costó la vida a 22 personas. Un día después del suceso, numerosos moscovitas han rendido tributo a las víctimas de manera espontánea en la estación “Park Pobedy”, la más cercana al tramo donde se produjo el accidente.
En la Duma, la bandera ondea a media asta. Las autoridades han detenido a dos empleados del metro de Moscú, el supervisor de vías y su ayudante, por violar, presuntamente, las normas de seguridad de transporte.
La ciudadanía se ha volcado con los afectados. Centenares de personas han acudido a los hospitales a donar sangre.
“Me afectó mucho lo sucedido ayer y la única cosa que puedo hacer es venir aquí hoy a donar sangre. Es la contribución que las personas sanas que quieren ayudar pueden hacer a los heridos”, afirma una joven.
En torno a un tercio de los más de 150 heridos se encuentran en estado grave o muy grave.
La tragedia se produjo en plena hora punta cuando el metro se dirigía desde el centro de Moscú hacia el extrarradio a 70 kilómetros por hora.