Julia crece, a pesar de su intolerancia a la leche de vaca

2014-07-15 147

Madrid, 15 jul (efesalud.com). Julia pesaba cinco kilos trescientos y medía 57 centímetros, cuando a los dos meses casi llegaba a los cinco y tenía un altura de 55. Algo extraño estaba pasando. Conclusión, "se acababa de presentar un convidado, la intolerancia a la leche de vaca", afirma la doctora María Salmerón Ruiz, pediatra del Hospital La Paz.

"Ya hacía algún tiempo que mi bebé no se encontraba bien. Había pasado de ser una niña contenta y aparentemente feliz a estar irritada y triste. Pasaba largos periodos de llanto y era muy difícil de consolar. Su padre y yo decíamos... tenemos un pequeño demonio en casa, ya que era imposible calmar su desconsuelo".

María Salmerón recuerda la evidencia que les alertó del problema. Una mañana, al despertar como tantas otras, fueron a cambiar el pañal al bebé y se encontraron la sorpresa con algo de sangre, lo que los pediatras llaman rectorragia.

Sangre en la heces

La rectorragia en lactantes -pérdida de sangre a través del ano- se suele deber a dos causas: o bien porque el bebé tenga una infección o diarrea o bien porque padece intolerancia a las proteínas de la leche de vaca; patología que, por desgracia, "cada día se diagnostica con más frecuencia", apunta la pediatra.

Un 2% de los menores de dos años presentan esa intolerancia, ya que se trata de la primera alergia que aparece en los niños durante su primer año de vida. Además, alrededor de un 10% de la población infantil padece algún tipo de alergia a alimentos cotidianos, como el huevo.

"Fue un mes muy, muy difícil -recuerda- porque Julia lloraba día y noche. Y como pediatra te planteas si hay algo más detrás de la intolerancia a la leche de vaca (IPLV). Yo ya no era objetiva y decidí pedir consejo a otro especialista, un compañero gastroenterólogo del Hospital Universitario La Paz.

La pediatra aconseja a los padres ir al médico "si observan cambios significativos" en la vida diaria de sus bebés, ya que en ocasiones "el diagnóstico es complejo" si no aparece sangre en la deposición de sus hijos y solo la irritabilidad pudiera indicar que "algo que marcha mal".

Proteínas de la leche

La intolerancia se produce a nivel intestinal y puede conllevar una reacción en forma de diarrea, vómitos y calambres estomacales. Se puede confundir con la alergia a dichas proteínas, más grave, al afectar al sistema inmunológico, y que puede aparejar sarpullidos -habones-, urticaria -picazón- y dificultades respiratorias, incluso inflamación de los labios.

"El tratamiento es fácil, aunque tarde cierto tiempo en hacer efecto -explica-. Retiramos la alimentación que contenga leche de vaca tanto al bebé como a la madre, si toma leche maternal". La leche artificial será hidrolizada o con fórmulas elementales, de tal manera que no se altere el valor nutritivo y el sistema digestivo no la reconozca como agente desencadenante.

"Suprimir las proteínas de la leche de vaca de la alimentación de la mamá es bastante complicado, si cabe aún más cuando come fuera del hogar familiar. Muchos alimentos se cocinan con nata, mantequilla, lecho o queso de todo tipo, no solo de origen vacuno. También es conveniente eliminar los alimentos con soja", advierte.

La pediatra renunció también a otras proteínas que pudieran provocar reacción intestinal, como las del huevo, el pescado y los frutos secos. Pasaron tres semanas hasta que se eliminó por completo la sangre en heces. Se descartó la alergia y se comprobó que las proteínas fueron las causantes de la intolerancia.

María Salmerón introdujo de nuevo, poco a poco, el huevo, el pescado y los frutos secos y Julia recuperó peso y creció de talla. Había solucionado el problema. Ahora volvía a ser una niña "sana y normal", dice con una amplia sonrisa la madre... "salvo que ella y yo, de momento, hemos dejado de tomar leche de vaca".

La vaca, como juguete

Una vez dominada la mala leche vacuna, María Salmerón nos habla de lo "maravilloso e interesante" que fue el tercer mes de vida de su hija, quien empezó a interactuar con el mundo que le rodea.

El bebé aumenta los periodos de tiempo en vigilia y muestra interés por los juegos y por los juguetes, que deben ser blanditos para que puedan chuparlos sin peligro y para que no les ocasionen problemas, sobre todo en la boca y en el sistema respiratorio, por atragantamiento.

"Julia empezó a conectar con la mirada, a mover los brazos, a coger cosas -se embelesa- y fue muy llamativa su fase oral; descubrió su boca: jugaba con la lengua, hacía pedorretas, balbuceaba, empiezó a decir ¡ajó!... fue un mes muy duro, pero nuestra hija nos brindó momentos mágicos".

La vida de Julia: http://goo.gl/juwdSf

Más vídeos y reportajes en http://www.efesalud.com/

Free Traffic Exchange