Es hija de la peor catástrofe nuclear en Europa pero durante un mes del verano disfruta alejada de la radioactividad. Katerina lleva seis años beneficiándose de Verano Azul, una iniciativa que en 2009 puso en marcha la ONG portuguesa ACLIS. Gracias a ella, muchos niños que viven en las proximidades de Chernóbil pueden pasar un mes de vacaciones en el país luso. Este año han sido 26 los elegidos para realizar un viaje en el que solo tienen una tarea: disfrutar.
“Está probado científicamente que estas cinco semanas prolongan la vida de estos niños uno o dos años”, explica el padre de una de las familias voluntarias.
Se llama como su compatriota, pero en su caso es la primera vez que visita Portugal. A pesar de que la familia de acogida de Katerina no dudó en apuntarse al programa en cuanto lo vio en la televisión, está siendo necesario un periodo de aclimatación.
“Hoy estoy un poco más contenta, porque Katerina ha participado más. Ayer me sentí muy triste porque pensaba que no le estaba aportando la felicidad que quería darle.”
Cerca del 80% de los niños que viven próximos a Chernóbil están enfermos, casi treinta años después del desastre. Algunos pueden disfrutar durante el verano de una vida sin riesgos.