La del Reino Unido y la Unión Europea es una historia marcada por los desencuentros. Empezando por dos portazos a Londres: en 1963 y 1967, Francia vetó la entrada del Reino Unido en el mercado común pretextando sus vínculos demasiado estrechos con Washington. El fin de la presidencia del general De Gaulle allanó la entrada del Reino Unido en la CEE en 1973.
Pero el entusiasmo duró poco, y las reticencias de sucesivos Gobiernos británicos a una mayor integración han enturbiado de forma casi crónica las relaciones.
En 1979, un primer No al sistema monetario europeo desató las tempestades.
Solo el Reino Unido se quedó fuera hasta 1990, y con un arreglo especial para la libra esterlina que obtuvo el primer ministro conservador John Major.
Pero solo dos años después, y debido a la fuerte devaluación de su moneda, Londres dió marcha atrás.
Norman Lamont. Exministro británico de Finanzas:
“El Gobierno ha llegado a la conclusión de que lo mejor para los intereses británicos es suspender nuestra participación en el Mecanismo de Tipos de Cambio”
Pero ya antes, en la década de los 80, Londres y Bruselas tenían las espadas en alto por la Política Agrícola Común.
Londres era el segundo contribuyente al presupuesto europeo que destinaba por entonces dos tercios a la agricultura.
Después de pedir que “le devolvieran su dinero”, la primera ministra conservadora Margaret Thatcher consiguió la llamada “devolución” británica, el reembolso anual que recibe el Reino Unido destinado a compensar su menor uso de las ayudas agrícolas.
Años después, en 1988, la Dama de Hierro pronunció en Brujas un discurso que sigue nutriendo a los euroescépticos:
“No hemos hecho retroceder las fronteras del Estado en el Reino Unido sólo para ver cómo se vuelven a imponer a escala europea, con un super Estado ejerciendo un nuevo dominio desde Bruselas”.
La llegada al poder en 1997 del laborista Tony Blair, que puso fin a casi 18 años de Ejecutivos ‘tories’, marcó un giro en la actitud británica hacia Europa. Pero pese a la firma del Tratado de Maastricht, que contemplaba la creación del euro en el 99, el Gobierno de Londres decidió no abandonar la libra esterlina. El referéndum sobre la adopción del euro no se llegó a celebrar. La crisis económica de 2008, y la vuelta de los conservadores al poder dos años después, alejaron definitivamente la perspectiva de la Eurozona…