En plena cuenta atrás para el Mundial de fútbol en Brasil, la seguridad es la prioridad de las prioridades para las autoridades que esperan la llegada de unos 600 mil turistas.
El plan adoptado es amplio y minucioso: los escenarios previstos van desde simples peleas entre aficionados hasta ataques terroristas pasando por manifestaciones de protesta, tal vez lo que más preocupa a los responsables.
El centro de mando integrado y control del que Río de Janeiro se dotó en 2013 es uno de los pilares del dispositivo.
Con aparatos de alta tecnología, como lo último en cámaras y aparatos de geolocalización, este Gran Hermano coordinará las acciones de 39 instituciones diferentes de seguridad y movilidad
Edval Novaes. Director del CICC de Río de Janeiro:
“Tenemos una sala para emergencias en nuestro centro de control. Si sucede algo anormal, o una situación se nos escapa de las manos, mandamos una alerta a nuestras unidades en activo para resolver inmediatamente la crisis”.
En esta sala hay un muro de pantallas de 17 metros conectadas a tres mil cámaras de la ciudad para seguir la situación en tiempo real.
En total, cerca de 157 mil militares y policías serán desplegados en las 12 ciudades anfitrionas del Mundial, y más de un centenar de policías procedentes los servicios de inteligencia de 40 países colaborarán con las autoridades brasileñas.
Aunque todos los expertos coinciden en minimizar las posibilidades de que se produzca un ataque terrorista en Brasil, el Gobierno ha ajustado sus protocolos de prevención y combate. El Ejército dispone de equipos de defensa química, radiológica y nuclear.
A finales de mayo, las fuerzas de seguridad brasileñas organizaron un simulacro de ataque radiactivo en el metro de Río de Janeiro.
Y el sábado pasado, los servicios de urgencias de la ciudad simularon una evacuación del estadio de Maracaná, donde Bosnia y Argentina disputarán el primer partido del Mundial el 15 de junio.
