“Queremos vivir en nuestro hogar”, han reclamado ante la sede del Parlamento en Kiev varias decenas de desplazados procedentes de Crimea y de las regiones separatistas del este de Ucrania. Piden a las autoridades ayuda y protección, después de haberse visto abocados a huir de sus casas.
“Mi mujer dio ayer a luz en un hospital de aquí, de Kiev. Pedimos al estado que preste atención a los problemas de los refugiados de Crimea y de las regiones de Donetsk y Lugansk. Aquí hay muchos regiados del este y no recibimos ninguna ayuda, salvo la de voluntarios y organizaciones civiles”, dice Piotr Bereza, que ha llegado con su familia desde Kramatorsk.
Mientras unas familias huyen hacia el oeste, otras cruzan la frontera en dirección a Rusia. En los autobuses hay, sobre todo, mujeres y niños. Según el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, en Rusia ya hay casi 4000 desplazados ucranianos.
Ucrania reconoce que está perdiendo el control de su frontera con Rusia en las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk, por donde teme que estén entrando mercenarios rusos. De ahí que hayan decidido cerrar ocho de sus puestos fronterizos.