El sargento estadounidense, Bowe Bergdahl, ya se encuentra en un hospital militar de Alemania, tras ser liberado por los talibanes afganos. Este militar, capturado en 2009, era el único estadounidense que seguía cautivo en Afganistán. Su liberación se ha logrado gracias a un canje por cinco antiguos líderes talibán, presos en Guantánamo, en una operación realizada con la mediación de Catar.
Tras conocerse la noticia ha llegado a Afganistán, en una visita sorpresa, el secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel:
“No hubo disparos ni violencia, todo ocurrió como planeamos”, dijo refiriéndose a la liberación del sargento, recuperado por un helicóptero de las fuerzas especiales estadounidenses en la provincia afgana de Khost.
Entretanto, los republicanos lanzan dardos contra el presidente estadounidense, Barack Obama, al que acusan de negociar con terroristas.
Los presos talibán liberados permanecerán en Catar al menos un año. El mulá Omar, líder supremo de los talibanes afganos, se ha referido al canje como “una gran victoria”. Sin embargo, muchos afganos no comparten en absoluto ese triunfalismo.
“Esto va a tener un impacto negativo sobre nuestro país, precisamente cuando Estados Unidos retira sus fuerzas. Esa gente liberada va a integrarse de nuevo en las fuerzas talibán”, dice un habitante de Kabul.
El martes pasado, Barack Obama anunció que los soldados estadounidenses en Afganistán pasarán de 32.000 a 9.800, y la cifra seguirá reduciéndose hasta que abandonen todas sus bases en el país a finales de 2016.
