En Irak, el primer ministro saliente, Nuri Al Malaki, dice estar “seguro de su victoria”. Así lo afirmaba al depositar su papeleta en las terceras elecciones legislativas de la era post Sadam Husein y las primeras desde la retirada de las tropas estadounidenses.
Al Maliki espera lograr un tercer mandato. Es el favorito a pesar de no haber logrado descender el paro y acabar con la corrupción, ni haber mejorado los servicios públicos, y a pesar de la violencia cotidiana que acompaña a los iraquíes, con una media de 25 muertos por día.
La jornada electoral no ha sido una excepción. A pesar de las enormes medidas de seguridad, ha habido más de cincuenta ataques, que han dejado al menos 17 fallecidos. Los dos días previos a la cita con las urnas, 90 personas perdieron la vida en Irak.
A media jornada, un 40% de los electores había acudido a las urnas, desafiando la violencia.
