Iqrit (Israel), 21 abr (EFE).- Seis meses después de la declaración de independencia de Israel, unidades de su Ejército entraron en la aldea greco-católica de Iqrit, en Galilea, y trasladaron a su población, que hoy solo puede regresar para celebrar una misa como la de Pascua.
Ubicada a pocos kilómetros de la frontera con el Líbano, el Ejército entró en Iqrit el 31 de octubre de 1948 y unos días después, aduciendo razones de seguridad, ordenó el traslado de su población, unos 500 árabes-israelíes que fueron realojados cerca con la promesa de que podrían regresar en dos semanas.
Sesenta y seis años después, ninguno de ellos ha podido retornar a esta aldea fantasma, pasto de la maleza, pese a que en 1951 el Tribunal Supremo israelí reconoció su derecho y a que, en 1993, el Gobierno de Isaac Rabin dictaminara que no existe razón alguna para perpetuar el desplazamiento forzoso.
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