El 16 de octubre de 1978 el Vaticano abre una nueva página en su historia. Karol Wojtyla es elegido en la Santa Sede, convirtiéndose en el primer papa no italiano desde el siglo XVI y una personalidad que va a marcar la Iglesia Católica durante 27 años.
Viene del otro lado del telón de acero, de Polonia, donde se crió. Huérfano de madre a los nueve años, se ordena sacerdote a los 26. A los 47 es nombrado cardenal y tiene solo 58 años cuando se convierte en Juan Pablo II.
Desde el inicio de su pontificado, viaja y promueve el contacto y la comunicación con la gente. Visitará varias veces su país de origen durante los años 80 y no por casualidad. Juan Pablo II apoya abiertamente al movimiento sindical Solidaridad, contribuyendo a la movilización del pueblo polaco. El comunismo se desmorona en Polonia, Lech Walesa triunfa y el resto de Europa del Este le seguirá.
“Juan Pablo II siempre dijo que el no era el Supermán que hizo que el comunismo cayera. El afirmaba ‘el árbol estaba podrido, yo solo lo sacudí’”, explica Marco Politi, analista del Vaticano
El 13 de mayo de 1981, siendo muy popular tras dos años de pontificado, escapa de la muerte. En la plaza de San Pedro de El Vaticano tres balas disparadas por el extremista turco Ali Agca le hieren de gravedad. Sobrevive y perdona a su agresor, lo que sitúa su popularidad más alta que nunca.
En 27 años, y bajo el apodo de ‘trotamundos del evangelio’ viaja alrededor de casi todo el globo. En total 127 países donde difunde su visión sobre los derechos humanos, sus palabras de tolerancia y paz y sus enérgicos actos a favor de los excluidos. Y un fracaso en la gestión de los casos de pedofilia en la Iglesia. Pero hasta el final, hasta la extenuación, continuó con su misión.
El 8 de abril de 2005 su muerte supone casi un alivio tras el sufrimiento y el deterioro físico de los últimos años. Las manifestaciones de devoción tras su fallecimiento no tienen precedente.