La tensión persiste en las grandes ciudades del este de Ucrania, cuyos principales edificios gubernamentales como este de Donetsk, siguen ocupados por grupos prorrusos.
Ante el ultimátum lanzado desde el ministerio del Interior ucraniano, los activistas han reforzado las barricadas y no tienen ninguna intención de ceder, aunque el Gobierno acabe utilizando la fuerza para recuperar el control de estos edificios.
Si la situación es tensa en Donetsk, no lo es menos, en Járkov o en Lugansk.
En el frente diplomático las líneas de teléfono entre Washington y Moscú están al rojo vivo. El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, han vuelto a conversar. Sobre la mesa, una posible reunión a cuatro bandas la próxima semana para tratar de calmar los ánimos, aunque los estadounidenses no tienen mucha confianza: “Tengo que decir que no tenemos depositadas grandes esperanzas en estas negociaciones, pero creemos que es muy importante mantener las puertas de la vía diplomática abiertas”, manifestaba la secretaria de Estado adjunta para Europa, Victoria Nuland.
Mientras, el presidente ruso ha dicho que espera que el Gobierno ucraniano “no haga nada irreparable”, en clara referencia al ultimátum. Además, Vladímir Putin ha anunciado que pedirá a Ucrania el pago de las facturas del gas con un mes de adelanto.
