El primero estudio, realizado en la Universidad de Regensburg (Alemania) por el equipo de la neuróloga Arne May en 2004, aseguraba que hacer malabares puede aumentar la corteza cerebral (la zona más periférica del cerebro, donde se sitúan las neuronas, también llamada sustancia gris). Se basa en el principio de plasticidad cerebral, que viene a decir que el cerebro puede seguir modificándose incluso en la vida adulta, según los requerimientos necesarios, por eso podemos seguir aprendiendo nuevas habilidades de adulto. En el caso del malabarismo, incrementaba la materia gris en las zonas de la corteza dedicadas a las áreas visuales y motoras, lo cual era esperable. Cualquier actividad motora fina haría algo parecido, ya sea hacer malabares o tocar el piano, pero la ciencia necesita demostrar estas cosas para seguir avanzando, si no quedan en simples hipótesis.