Familias desgajadas por una guerra que acabó en 1953, después de tres años. 61 años después las historias familiares de cientos de coreanos se vuelven a entrelazar.
La reuniones organizadas por las dos Coreas en las montañas de Kumgang, en la costa este del país comunista, se organizan por tandas de casi un centenar de personas.
Tienen tan solo tres días para contarse una vida, y no es una exageración, porque para la mayoría, tener una conversación telefónica, enviar una carta o un correo electrónico significa toda una hazaña entre dos países hermanos, pero tremendamente enemistados.
Este sábado le toca despedirse al primer grupo, escogido como todos tras un sorteo. La mayoría tiene 80 ó 90 años, así que para muchos será la primera y la última vez.
Unas reuniones que se habían cancelado los tres últimos años por el clima de tensión existente y que tocan la fibra sensible de ambos países recordándoles su alma común.