La economía japonesa se ralentiza, a pesar de registrar su cuarto trimestre consecutivo de crecimiento. De octubre a diciembre pasado progresó un 0,3 por ciento, en neto retroceso respecto a principios de año. En todo 2013 el avance fue del 1,6 por ciento, pero gracias a un primer semestre en que el crecimiento fue de un cuatro.
El efecto de las agresivas medidas del nuevo primer ministro Shinzo Abe se ha ido disipando con los meses. Fundamentalmente, porque las exportaciones no se han disparado como se preveía tras la devalución forzada del yen. Y, después, porque los hogares no consumen tanto como se esperaba antes de que en abril se produzca una subida del IVA.