Desde 2005, cuando los gobiernos de Argentina, Brasil y Venezuela acabaron con la iniciativa estadounidense del ALCA, varios gobiernos de la región fueron consolidando importantes procesos de integración y conformando otros.
Mercosur adquirió nuevo vuelo e iniciativas como Unasur, el ALBA y la Celac cobraron vida.
A través de los Tratados de Libre Comercio (TLC), los Estados Unidos han venido torpedeando esos procesos.
A ello se suma la Alianza del Pacífico, un mecanismo financiado por los propios Estados Unidos, a través de su instrumento financiero regional, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Los presidentes de los cuatro países se reunirán en Cartagena (Colombia), el próximo mes de febrero.
Es de suponer que si bien en los discursos sigan planteando que el bloque del Pacífico no resta a los procesos de integración en marcha, en la práctica empiecen a implementar medidas precisamente para lo contrario.
El dilema para América Latina, pues, se plantea cada vez más en términos de la autonomía o la dependencia.