Mientras en Ginebra se habla de paz, en Siria continúa la violencia. El Ejército ha lanzado una quincena de bombardeos sobre la ciudad de Yabrud, uno de los últimos bastiones rebeldes en la provincia de Qalamun. Los ataques aéreos han ido acompañados de una ofensiva terrestre.
En los últimos dos días, el Ejército ha atacado también Alepo, ciudad del norte del país, matando al menos a 27 personas.
La violencia sobre el terreno ha obligado a cientos de miles de personas a buscar refugio en otros países.
Un refugiado del campo de Zaatari, en Jordania, muestra su decepción por las negociaciones de paz de Ginebra: “Oímos hablar de Ginebra y esperamos y esperamos… Cada uno da su opinión. Pero las negociaciones no avanzan, no llegan a ningún lado”, dice.
El Líbano es el país que más refugiados ha recibido desde el inicio del conflicto sirio, en marzo de 2011. Esta afluencia dificulta el día a día de los libaneses.
“Ahora gano mucho menos. Vendo cada paquete de galletas a 6.000 liras. Los sirios abren tiendas aquí y ellos los venden a 4.000. Ahora tengo menos clientes y tengo que bajar los precios por lo que gano cada vez menos”, lamenta un libanés.
En la ciudad de Arsal, en la frontera con Siria, la llegada masiva de refugiados está teniendo además un impacto negativo en el suministro de agua y electricidad.