Las divisas de los países emergentes vuelven a devaluarse, a pesar de las acciones de sus bancos centrales. La impactante subida de los tipos de interés en Turquía, de una media del doble, fue contrarrestada por la más tímida del Banco Central de Sudáfrica. En su caso, el aumento solo fue del cinco al cinco y medio por ciento. Y esto volvió a poner nerviosos a los inversores, que castigaron el rand local pero también a otras monedas.
La situación es igual de preocupante en países como Rusia, con el rublo, o como Hungría, con el forinto. Y sigue siendo alarmante para Argentina, que contagia a otros países latinoamericanos como Colombia, México y Brasil. Entre el 10 y el 27 de enero, el peso argentino perdió nada menos que un diecisiete por ciento encabezando estas devaluaciones respecto al dólar.
Ante este panorama, las bolsas europeas volvieron a cerrar mayoritariamente en negativo. El Eurostoxx50 de los principales valores se dejó nueve décimas, con Fráncfort y París liderando las pérdidas. El Ibex-35 de Madrid acabó en positivo, pero solo con un avance del 0,17 por ciento. Algo que no le alcanzó para los 9.900 puntos. En esta tensa jornada, a la espera también de que la Reserva Federal estadounidense vuelva a recortar parte de sus inyecciones masivas de dinero, el índice madrileño llegó a recuperar puntualmente los diez mil puntos. Aunque, al mismo tiempo, llegó a bajar de la cota de los 9.800.
Por su parte, la prima de riesgo de los bonos españoles a diez años reflejó la misma inquietud. No solo no logró descender de los doscientos puntos, sino que terminó cerca de los 210.