De allí la imperiosa necesidad de la solicitud a esta Asamblea Nacional, en octubre pasado, de una Ley Habilitante que nos va a permitir emprender ya una urgente contraofensiva, con la finalidad de crear los mecanismos que nos posibilitarán sincerar nuestra realidad económica, proteger al pueblo de la voracidad del capital y erradicar aquellos elementos distorsionadores que inciden en la inflación inducida de la guerra económica.
De un excelente texto titulado Precios especulación y guerra económica, diez
claves, publicado en la página web Sur-Versión, queremos citar la décima clave lúcida y pedagógica de este texto:
“La guerra económica no es contra el gobierno, es contra la población toda. Conspirar a través de lo económico contra el gobierno es un pre-requisito necesario para la burguesía nacional y transnacional, en vista de profundizar su guerra estructural, y mucho más prolongada, contra la población trabajadora. Es decir, la guerra contra el gobierno es una guerra derivada de la guerra originaria, la que involucra a los capitalistas contra los asalariados -dice el autor de este trabajo-en la medida en que la política económica del chavismo se ha basado en una distribución más equitativa del ingreso, al tiempo que ha excluido a la burguesía del control del Estado, aspecto éste clave para su práctica histórica de acumulación de capitales, en cuanto el capitalismo en Venezuela se desarrolló históricamente como un capitalismo de y desde el Estado. En tal virtud, no es sólo el gobierno el responsable de enfrentarla y ganarla sino la población toda, incluso aquella que no comulga con el actual gobierno pero que igual se ve afectada. Ganar esta guerra significaría avanzar un poco más en vista a crear una economía más democratizada y menos sujeta…” dice el autor “…al malandreo de los pranes (viejos y nuevos) que durante décadas han usufructuado la riqueza nacional y mundial”.
Poco hay que agregar a lo que está bien dicho y pensado. Yo quiero enfatizar que esta es una guerra de todo el pueblo y nadie puede permanecer indiferente o sentirse al margen de la misma. Estamos cumpliendo, como nos lo ordenara nuestro Comandante Supremo, que cada ataque contrarrevolucionario debe ser respondido con el impulso y la profundización de la Revolución Socialista. (Aplausos).
Ahora bien, necesario es que sigamos sincerando las cosas con el mayor rigor autocrítico. El Estado Nacional Bolivariano hasta ahora no ha podido impedir que la importación se concentre en pocas manos, no ha podido impedir que parte, aunque sea minoritaria, pero significativa de la renta petrolera, termine cayendo en las mismas manos voraces de la burguesía parasitaria; no ha alcanzado la eficiencia necesaria para cerrar los caminos a los que “viven de la apropiación de dólares baratos, a quienes tienen un ancho margen de maniobras para ejercer la especulación comercial y perpetrar la reventa cotidiana de divisas, a quienes no les importa en lo más mínimo desangrar a nuestra Venezuela”